Cosas buenas y cosas malas

Hay cosas buenas y otras no tan buenas de estar en Guatemala.

Puedes desayunar asi:

Puedes ir a coger el bidón grande de agua para recargar el pequeño que tiene una llave de paso y encontrarte alguna amiga:

Tu camino al trabajo por muy temprano que sea es bastante agradable:

Las noches son a veces poco reparadoras. Las paredes de nuestra habitación tienen una especie de agujeros ornamentales con una redecilla para protegerte de bichos. Pero de ruidos no, es exactamente igual que dormir en mitad del bosque, ningún ruido se queda fuera. Los grillos, perros, ranas y coros de la iglesia evangelista a unos kilometros los tenemos metidos en la cama. Encima ni revisando cada noche sabanas, esquinas del mosquitero, ni uniendo con pinzas cada orificio de éste nos libramos de:

Conoces gente diferente. Después de comer en el hospital hemos conocido fuera a Pascual (con gorro) y Bernabella (la mayor) que además nos han dejado jugar con ellos al fútbol:

A la humedad te acostumbras. Pero hay consecuencias inesperadas de tanta agua en el ambiente que son un autentico coñazo. El otro día casi tuvimos que tirar nuestro último pan de molde (sin abrir) porque en 5 días ya estaba lleno de moho. Al final hicimos un arreglo quitando todos los bordes. La ropa no sólo no se seca si no hay un sol fuerte, la ropa se moja sóla en días muy humedos. Es bastante molesto ponerte el pijama ya en la camita con el mosquitero listo y darte cuenta de que está toda húmeda. Pero lo que nos hemos encontrado esta mañana ha superado nuestras expectativas.

Esta era mi bolsa de aseo. Y lo verde es moho.

En el hospital también pasa algo parecido. Puedes salir de la consulta a ir a ver un parto, atender luego al recién nacido, ir a la emergencia a ver una herida infectada y volver de nuevo a la consulta a ver cualquier cosa.

Aprendes un poco de casi todo, pero hay situaciones bastante frustrantes.

Hemos tenido hoy a una ancianita que venia por tos. Pesaba 33 kilos y comía 2 tortitas de harina al día (aquí se llaman tortillas y ocupan menos que la palma de mi mano) Lo raro esque la quedasen fuerzas para toser. Tratamos de convencerla de que comiese algo más, pero vivía sola y no tenia ingresos. Al final de la tarde tuvimos a una mujer pudiente del pueblo que medía 1,44 y pesaba 87 kilos que venía por asma.

Eso y la falta de medios en el pais. Mi última paciente era una americana voluntaria de 52 años. Buscando una lentilla en su ojo, rascando y rascando se había destrozado la córnea. La tenía ulcerada y no veía por ese ojo. Y había sido hace 10 días, probablemente estuviese infectado y ya fuese tarde para hacer nada. Sali casi a los 30 segundos de empezar a hablar con ella viendo que el caso me sobrepasaba por todos sitios. Cuando lo vio el médico jefe se fue a llamar al único oftalmólogo que conocía en todo el pais. La secretaria que cogió el telefono le pidió que dejase un mensaje, que le contestarían el dia 20... Sólo quedaba la opción de cogerse un vuelo a EEUU cuanto antes.

Y la peor frustración de todas, la cultura. Me pilló otra vez sólo, por la mañana, y no vi la gravedad del cuadro ni de lejos. Una mujer dando el pecho venia por un inflamación y dolor en su mama de 15 días de evolución (una mastitis) Yo nunca había visto ninguna pero concordaba bien con la teoria, zona enrojecida, entumecida y dolorosa. Salí fuera a preguntar qué antibiótico daban aquí para las mastitis y que alguién más viese el pecho por si acaso. Cuando lo vió el "ginecologo" se asustó bastante y quiso ingresarla cuanto antes, estaba abcesificado, muy evolucionado y el riesgo de diseminación era altísimo. 3 médicos lo vieron y a todos les impresionó bastante Bueno pues la mujer se fue a casa sin ningún tratamiento. Tenía que preguntarle a su marido sobre la conveniencia o no de quedarse a recibir el antibiotico via intravenosa. Su madre también estaba de acuerdo.
Cuando nos fuimos a última hora de la tarde no había vuelto.

Espero que os haya gustado!